A mediados de agosto se escribía el final de una historia que se antojaba interminable. Después de haber sido colocado incluso en las filas del Real Madrid, Cesc Fàbregas fichaba por el Barcelona. El capitán del Arsenal regresaba a casa y lo hacía por la puerta grande. Días después de firmar y ser presentado ante la afición, ganaba su primer título como azulgrana: la Supercopa de España frente al Real Madrid. Desde entonces no ha parado de agrandar su palmarés y se ha convertido en uno de los jugadores con los que más ha contado Guardiola. Mejor no podía haberle salido la jugada.
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