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jueves, 9 de febrero de 2012

Messi y Cesc, como cuando eran niños


Cesc Fàbregas no marcaba desde hace un mes. Dicho así no parece demasiado tiempo, pero en el exigente calendario se traduce en ocho partidos oficiales sin gritar gol. El último lo había logrado en Cornellà ante el Espanyol (1-1) el 8 de enero. Aunque la mala racha realizadora parezca indicar lo contrario, el de Arenys ha crecido como futbolista del Barça en este periodo.
Sí, porque aunque Pep Guardiola explotó su anarquía positiva en el comienzo de temporada, cuando le dio libertad para aparecer en ataque por todas la zonas del campo e incluso inventó un 3-4-3 para acoplarle, tarde o temprano tenía que ser un centrocampista fiable enel tradicional 4-3-3. Las lesiones de Iniesta y Xavi le han obligado a fijar más la posición y el proceso no ha sido fácil. En algunos partidos se le ha visto desorientado, algo confundido en la presión y el juego posicional, un hecho que transmitía una falsa sensación de cansancio. Simplemente, hacía más metros de los necesarios para acabar llegando tarde. Él conocía el problema y con humildad ha trabajado para encontrar la solución. Y ayer tuvo el premio a su evolución al lograr un gran gol aliado con su mejor socio: Messi.
El argentino vio su desmarque y le puso un balón largo. Cesc apretó los dientes, ganó la carrera a Miguel y aprovechó la dubitativa salida de Diego Alves en su único error de la noche para superarle con un toque de crack. Fue su gol número 15 de la temporada.
Y la de su socio Leo se convirtió en su asistencia 20 de su estelar temporada. No marcó porque Diego Alves le leyó bien la intención hasta en cinco remates de distinta factura: a romper, con la puntera, de vaselina, raso en la larga distancia y a la escuadra de falta. Pero ayer no se le vio obsesionado con el gol, eligió bien en la gran mayoría de sus acciones. Regateó cuando fue necesario, combinó si el equipo lo precisaba y puso la directa cuando olió la red.
Al igual que Cesc, Messi ofreció las mejores sensaciones de cara a lo que se avecina. Con el equipo clasificado para la final de Copa, el Barça ya puede centrarse en la Champions League y en cazar al Madrid en la Liga. Y los lesionados sanarán, como Iniesta, que reapareció al final, y Xavi, que mandó y sentenció el pase a la final con un gran remate en una jugada cocinada, cómo no, por Messi y Cesc, autor del pase final en una combinación que recordó a las que hacían cuando eran niños. Con el balón lo siguen siendo.

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