Cesc, antes de llegar al parón navideño, ya había demostrado que es compatible con Xavi, con Iniesta, con Thiago y que tiene una conexión muy especial con Messi. Su llegada al área y su eficacia como delantero centro de mentirijilla ha sido una de las innovaciones tácticas más interesantes del proyecto Guardiola 3.0. Sin embargo, el jugador de Arenys se da cuenta, y así lo reconoce en rueda de prensa, que en los últimos partidos no está a su nivel habitual.
Cuenta que no es fácil adaptarse al “software de Guardiola”. Y tiene razón, el rugby inglés y la Liga española son dos ritmos distintos y el juego de toque del Barça, de jugadores cada vez más cercanos los unos con los otros para jugar a un máximo de dos toques, poco tiene que ver con lo que planteaba Wenger en el Arsenal. Si Guardiola define nuestro fútbol con el “have the ball, I pass the ball”, últimamente jugadores como Alves y el propio Fàbregas compiten en el premio del “I have the ball, I lose the ball”. En demasiadas ocasiones, una imprecisión suya termina por dar el balón al equipo rival, sin necesidad que tengan que hacerle una presión excesiva.
Parece que Cesc, de tan bien que quiere hacerlo, arrastra algo de ansiedad. Y esto es una 'pescaílla que se muerde la cola'. Cuantas más ganas de agradar, más presión y más sitúa al jugador al límite de no perdonarse ningún fallo.
Así, ante el Madrid en el Camp Nou o en el Madrigal vimos a un Cesc que no parecía el curtido capitán del Arsenal. Será, también, porque Pep le ha alejado algo del área, o porque no termina de encontrar su puesto en el campo, o porque de tanta libertad táctica ha terminado por despistarse, en los últimos encuentros más que ser una réplica muy lograda de ese Deco oportuno, todoterreno, que aparecía en cualquier parte del campo para hacerlo todo bien, tiende a asemejarse más a ese Van Bommel que, al tercer partido, se dio cuenta de que técnicamente no estaba al altísimo nivel de sus compañeros e intentó disimular sus limitaciones repartiendo pizzas a domicilio para no fallar el pase.
Cesc Fàbregas tiene en su 'hardware' capacidad e inteligencia más que sobrada para reponerse de este bajón. Con que sus amigos de la peña 'moc-moc' se lo lleven a echar unas risas y con que Guardiola le vuelva a poner donde más lucía, problema resuelto.
Esta misma noche, en Mestalla, tengo la corazonada que veremos de nuevo al gran Cesc que un Barça tan diezmado de efectivos necesita.
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