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miércoles, 12 de septiembre de 2012

Cesc reivindica su sitio en España y en el Barça

No está siendo el mejor arranque de temporada para Cesc Fàbregas. El barcelonista no encuentra su sitio bajo la tutela de Tito Vilanova, pero su brillo cambia cuando regresa a la selección española. El medio se coronó en la Eurocopa como el perfecto jugador número 12 y ayer, contra Georgia, volvió a ser el recurso de urgencia al que acudió Del Bosque para desatascar el desagradecido encuentro en el Nacional Boris Paichadze de Tiflis.
Durante 80 minutos España bregó sin fortuna contra el muro que planteó Temuri Ketsbaia. Renunció al doble pivote inicial y abandonó posiciones defensivas para volcarse sobre el área rival. Georgia resistió no sólo por cantidad —hasta ocho hombres delante del portero—, sino también por acierto. La excelente colocación de los zagueros del Cáucaso puso a prueba la paciencia del ataque español, al que faltó pegada y sobró respeto por las formas. España apenas lanzó desde fuera del área, aunque había creado cuando cuando lo había intentado.
Así resistió Georgia. La salida de Cesc dio dos vueltas de tuerca más al planteamiento. Su entrada por Arbeloa dejó a España con tres defensas y cinco centrocampistas ofensivos sobre el terreno de juego, pero además dotó al combinado nacional de un hombre que además de pase sabe cómo romper sin el balón. Volvió «falso nueve», aunque en esta ocasión estaba acompañado de uno verdadero, Roberto Soldado.
El delantero valenciano tuvo una noche «desesperante». De perfil rematador, más clásico que las opciones de Fernando Torres y David Villa, Soldado sufrió como más que nadie la pobladísima defensa georgiana. Sin sitio por el que moverse, y sin resquicios por los que buscar el remate —sí falló uno claro en la primera parte—, tuvo que esperar a la llegada de Cesc para encontrar alimento.
Ante la falta de profundidad del equipo de Vicente del Bosque, Fábregas ofreció diente, presencia en el área. Movimiento entre líneas con el que tensar la cuerda a la que se agarraba Georgia. En el minuto 86, cuando la selección española más temía un tropiezo inesperado, el de Arenys de Mar irrumpió por el costado del área, se ofreció a la espalda de Pedro y de primeras envió el balón al corazón del área para que Soldado hiciera el trabajo del «nueve».
«Teníamos varias opciones para intentar romper la defensa contraria, y es verdad que Cesc, Pedro, se han movido bien entre líneas, con inteligencia, y al final apareció el hueco».

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