En la vida existen paradojas que resultan graciosas. En 2003, Cesc Fàbregas decidió salir del Camp Nou rumbo a Londres para lograr el éxito futbolístico y llenar sus vitrinas de títulos. Ocho años después hizo el mismo camino de vuelta guiado por la añoranza y el sentimiento culé. El cambio no podía haberle salido mejor: en los cuatro meses en su segunda etapa como azulgrana ya ha ganado más títulos que en las ocho temporadas que jugó en el Arsenal.
En 2003, el canterano azulgrana fue consciente de las pocas oportunidades que iba a tener de ascender hasta el primer equipo para triunfar como futbolista, la época dorada de la Masía llegaría cinco años después de la mano de Pep Guardiola. Cesc debutó en octubre de ese mismo año y en pleno proceso de aprendizaje dentro del club londinense, su equipo logró la Premier 03/04. Fàbregas recibió la medalla correspondiente a la consecución del título pero no se contabiliza en su palmarés porque aún era un canterano y no pertenecía al primer equipo.
Una temporada después de aterrizar en Londres, llegó el primer título: la Community Shield, el equivalente a la Supercopa de España, frente al Manchester United. En 2005 formó parte del equipo que consiguió la FA Cup (Copa de Inglaterra) ante el mismo rival. Este trofeo fue el segundo y el último que ganaría en Inglaterra. Cesc tuvo que esperar seis años y cambiar de camiseta para lograr un título a nivel de clubes.
Llegó y besó el santo
Lo cierto es que Fàbregas no tuvo una participación especial en sus trofeos ingleses. Todo lo contrario a lo vivido con el Barcelona donde es uno de los jugadores más usados por el técnico. Después del culebrón del pasado verano, el de Arenys de Mar encarnó la parábola del hijo pródigo volviendo a los brazos del club que le vio nacer como futbolista. Pep contó con él desde el primer momento: fue presentado el 15 de agosto y dos días después estaba en el banquillo del Camp Nou. Esa noche llegó su primer título como azulgrana, la Supercopa de España lograda ante el Real Madrid.
El 26 del mismo mes, Guardiola le dio la alternativa en Mónaco. Cesc saltó al campo en el 80’ y ocho minutos después hacía el segundo tanto culé redondeando la final de la Supercopa de Europa e igualando su palmarés como jugador del Arsenal. Esas tablas se rompieron este domingo cuando el Barcelona volvió a dar una lección de fútbol ante el Santos de Neymar. Fábregas quiso aportar su granito de arena en forma de gol para sentenciar un partido que redondearía Messi para lograr el Mundial de Clubes, un título que supone su tercer trofeo como azulgrana.
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